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Secuencia de imágenes que muestran el tránsito de Venus frente al Sol.
Imagen: NASA/SDO

Todos los planetas del Sistema Solar giran de este a oeste (en sentido antihorario si los estuviéramos observando desde el polo norte y salvando la inclinación de Urano). Todos excepto uno. Venus gira de oeste a este y, de hecho, no debería hacerlo. Un nuevo estudio cree que la causa es la poderosa atmósfera de la misma.

La rotación retrógrada de Venus también es muy lenta. Un día venusino equivale a nada menos que 243.187 días terrestres. Hasta ahora se desconocía la causa de esta peculiar rotación, pero un nuevo estudio publicado en Naturaleza Astronomía apunta a su densa atmósfera. Stephen R. Kane, del Laboratorio de Ciencias Planetarias de la Universidad de California Riverside y autor principal del estudio, cree que la atmósfera que cubre a Venus y la vuelve inhabitable también es responsable de su rotación en oposición a la fuerza del propio Sol.

Venus tarda 234 días en completar una revolución alrededor de sí mismo, pero su atmósfera, impulsada por fuertes vientos en la parte superior del aire, completa una revolución alrededor del planeta en solo cuatro días. Esa velocidad es sorprendente dado que la atmósfera de dióxido de carbono y nitrógeno de Venus no es exactamente ligera. Su densidad es tan alta que la presión atmosférica en la superficie es noventa veces mayor que en la Tierra y similar a la que experimentaríamos un kilómetro por debajo del océano. Solo el océano tiene 464 grados centígrados (suficiente para derretir el plomo).

“Es un lugar increíblemente extraño, una experiencia completamente diferente a estar en la Tierra”, dice Kane. “Estar en la superficie de Venus sería como estar en el fondo de un océano muy, muy caliente”.

La atmósfera y su rápido movimiento son el origen de un galopante efecto invernadero que convierte a Venus en el infierno que es, un planeta mucho más caliente que Mercurio a pesar de estar el doble de alejado del Sol que Mercurio ya que recibe sólo el 25 % de la radiación solar que recibe Mercurio. Sin embargo, los cálculos de Kane lo llevan a sospechar que la atmósfera también es lo que hace que Venus gire de esta manera en lugar de experimentar un acoplamiento de marea.

Imagen de Venus tomada por la sonda japonesa Akatsuki en 2010.
Imagen: JAXA/NASA/JPL Caltech

“La poderosa atmósfera de Venus nos enseña que es una parte mucho más integral del planeta y que afecta absolutamente todo, incluida la forma en que gira el planeta”, agrega.

¿Y si Venus no tuviera esa atmósfera? Bueno, probablemente era un mundo rocoso desprovisto de atmósfera muy similar a Mercurio. Los planetas tan cerca de sus estrellas sufren un fenómeno conocido como acoplamiento de marea o rotación sincrónica. Lo que ocurre es que la rotación del planeta está sincronizada con su traslación de manera que una misma cara queda siempre orientada hacia el Sol y la otra queda eternamente en sombra. Esta situación suele traducirse en que la radiación solar desnude la atmósfera del planeta hasta el punto de desaparecer o generar un efecto invernadero desbocado como el de Venus. Lo que no sabemos es si la situación actual de Venus comenzó como efecto de un acoplamiento de mareas, o fueron causas internas las que generaron la brutal atmósfera que impide que el planeta acabe acoplado como lo está Mercurio.

¿Por qué es todo esto importante? Pues porque nos proporciona datos con los que entender la mecánica que puede estar ocurriendo en los exoplanetas potencialmente habitables. Gran parte de los mundos rocosos que encontramos en la zona habitable de otros sistemas solares sufren de acoplamiento de mareas. es el caso de Próxima Centaura b o de Kepler-1649b. Comprender cómo afecta este acoplamiento a la atmósfera nos permitirá seleccionar mejor a los candidatos para futuras exploraciones. [Nature Astronomy vía UC Riverside]

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