En 1998, un equipo de arqueólogos encontró el sitio más grande de pinturas rupestres en Alabama. Desde entonces, solo un puñado de científicos ha podido visitar la cueva porque su ubicación sigue siendo un secreto. Se llama simplemente Cueva Sin Nombre 19. Hoy por fin podemos ver las pinturas que decoran sus paredes en todo su esplendor.
El problema con Cueva Sin Nombre 19 es que en realidad es un complejo de 5 km de galerías y túneles subterráneos. Él pinturastalladas en la piedra del techo, están en una cámara de 20×25 metros que probablemente era más alto hace miles de años, pero ahora es extremadamente bajo. En algunos lugares, la distancia entre el techo y el suelo es de solo 60 cm, lo que obliga a gatear para poder examinar las obras. Para complicar más las cosas, las pinturas son muy grandes, por lo que incluso debajo de ellas no se pueden ver bien a la luz de las linternas.
En 2017, un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge comenzó a escanear la caverna en tres dimensiones medianasnte una técnica conocida como Fotogrametría. Esta técnica registra las variaciones de luz y perspectiva y las compara para obtener un modelo tridimensional de un objeto.
el oEl objetivo del proyecto era registrar el marC.A.s en la piedra de las pinturas para reconstruirlas como debieron ser vistas por los nativos americanos que las grabaron. Los resultados de este trabajo se acaban de publicar hoy en la revista Antigüedad y son espectaculares.
Las pinturas cubren un área de 400 metros cuadrados y van desde simples glifos y dibujos abstractos hasta algo más figurativo con la apariencia de insectos, reptiles o aves. También hay grandes figuras antropomórficas que los investigadores creen que pertenecen a seres del plano espiritual en la cultura que los atrajo. Después de todo, en esas culturas, las cuevas se consideraban lugares sagrados y puertas al más allá.
Se sabe muy poco sobre esa cultura. Los pocos fragmentos de ceramica y antorchas encontrados en la cueva apuntan a una antiguaedad alrededor de 1.000 años, probablemente alrededor del año 660 o 949 de nuestra era. Las imágenes escaneadas no se pueden interpretar fácilmente sin ninguna referencia cultural, pero verlas claramente nos permitirá estudiar la civilización que las creó de otra manera. [Universidad de Cambridge vía IFL Science]