Además del negocio de ofrecer productos sanitarios de alta tecnología, las empresas del sector asumen una compromiso ético con muchos de sus clientes. Muchos sienten que si un producto de vital importancia para la salud se vuelve obsoleto, es obligación de la empresa brindar una solución.
Por eso llama la atención lo ocurrido con el fabricante de ojos biónicos Second Sight que, tras declararse en quiebra en 2020, dejó a 350 personas con discapacidad visual sin actualizaciones ni servicios de soporte.
Esta firma se ha especializado en sus más de 20 años de experiencia en tecnología que para tratar la discapacidad visual y la ceguera. El implante de retina es su avance más destacado, y ha llegado a tener dos modelos: Argus I con una matriz de 16 electrodos y Argus II, con 60.
Los implantes fueron diseñados con el objetivo de ayudar a los pacientes afectados por retinitis pigmentosauna enfermedad que, según informa el Instituto Nacional del Ojo de los Estados Unidos, es hereditario y genera la pérdida de células en la retina y deterioro de la visión periférica.
“Combina un implante ocular en miniatura con una cámara y un procesador, por lo que el paciente transforma la forma en que experimenta el mundo”, dijo Second Sight cuando lo lanzó al mercado en 2015.
Una de las víctimas -según el sitio IEEE Spectrum- es Barbara Campbell, una mujer que perdió la visión por una enfermedad genética y usó esta tecnología, quien dijo que su mundo volvió a oscurecerse mientras caminaba en el metro de Nueva York. “Estaba a punto de bajar las escaleras, y de repente escuché un pequeño sonido de ‘bip, bip, bip'”.
Problemas financieros
Pese a encontrarse en una difícil situación financiera, el año pasado logró recaudar 57,5 millones de dólares en una oferta pública y a principios de año anunció la fusión con la empresa biofarmacéutica Nano Precision Medical.
Como para calmar las aguas, Second Sight informó que está trabajando en una nueva generación de implantes cerebrales Orión. Pero no hay planes conocidos para traer de vuelta los modelos Argus, lo que ya está teniendo un efecto en las personas que los usan.
Second Sight informó que está trabajando en una nueva generación de implantes cerebrales Orion.
Por el momento, los pacientes de Second Sight están a la deriva, sin saber qué pasará con su visión y los dispositivos por los que pagaron millones. Solo el dispositivo Argus II cuesta alrededor de $ 150,000 en el mercado de EE. UU., aunque esa cifra podría aumentar hasta $ 500,000 si se suma. los costes de la cirugía para implantarlo y el proceso de rehabilitación.
La preocupación es que cualquier problema técnico, como que un cable se desconecte, podría hacer que el usuario pierda la visión para siempre. “Un sistema Argus inactivo en el ojo podría causar complicaciones médicas o interferir con procedimientos como las resonancias magnéticas. Además, podría ser doloroso o costoso eliminarlo”, afirma el informe.
Uno de los primeros en probar este implante fue Jeroen Perk, quien perdió casi por completo la vista a los 19 años. En 2013, cuando tenía 36 años, se convirtió en una de las personas más jóvenes en recibir un Argus II.
Este caso y el resto de las 350 personas que consiguieron recuperar algo de visión con los implantes carecen actualmente de un servicio que mejore el ojo biónico que llevan o que solucione los problemas que puedan surgir en su desgaste.
Con información de La Vanguardia.