Tue. Aug 27th, 2024

Patatas fritas, dulces, helados, repostería industrial, charcutería … Conocemos muy bien los alimentos ultraprocesados, pero no siempre somos conscientes de si realmente estamos comiendo mucho o poco. Un médico británico llamado Chris van Tulleken ha estado intentando llevar una dieta rica en alimentos ultraprocesados ​​durante un mes y ha estado midiendo los resultados.

Van Tukellen ha realizado este experimento como parte de un documental para la BBC titulado “¿¿Qué estamos alimentando a nuestros hijos? ” (¿Qué estamos alimentando a nuestros hijos?) Y la parte más inquietante es que el médico ni siquieraera ha tenido que comer única y exclusivamente alimentos ultraprocesados. Solo los ha incorporado al 80% de su dieta. “Puede parecer extremo, pero en este momento es la misma dieta que come uno de cada cinco británicos.”

Los efectos sobre el cuerpo no tardan en llegar. La primera es que aumenta la sensación de hambre. La comida chatarra y los alimentos procesados ​​nos dan hambre con más frecuencia y, paradójicamente, nos llenan menos. Ambos efectos se encontraron en el recuento de hormonas relacionadas con el hambre (aumentado en un 30%) y saciedad (disminuida) que Van Tukellen encontró mientras se hacía análisis de sangre. Otro de los primeros efectos que aparece es el estreñimiento. Los alimentos ultraprocesados ​​generalmente no son lo suficientemente ricos en fibra para garantizar un tránsito intestinal adecuado.

Comer alimentos ultraprocesados ​​suele ser una causa de sobrepeso y Van Tukellen ha podido comprobarlo en su propia carne. En el mes que dedicó a su dieta particular, engordó 6,5 kilos y su índice de masa corporal subió dos puntos. El médico estima que si conservó tal dieta durante seis meses, su peso habría aumentado más de 38 kilos.

Sin embargo, los cambios más preocupantes son los que ocurrieron en su cerebro. Los escáneres muestran un aumento de las conexiones cerebrales en áreas relacionadas con los centros de recompensa del cerebro y áreas que manejan comportamientos repetitivos. Este tipo de cambios son consistentes con los que ocurren en personas con problemas de adicción. La mayor preocupación de Van Tukellen es que los cerebros de los niños son mucho más maleables que los de los adultos y es probable que los cambios que sufre como resultado del abuso de alimentos procesados ​​sean más difíciles de revertir. [vía IFL Science]

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